Es posible que sorprenda, porque no encaja del todo con la imagen pública que siempre ha cultivado, pero Bill Gates ha sido siempre un auténtico apasionado de la velocidad. Por su colección han pasado un Lexus, un Porsche 911, que utilizaba para correr por el desierto de Albuquerque; un Porsche 930, Mercedes, Jaguar XJ6, Carrera Cabriolet 964, Ferrari 348, e incluso un Porsche 959 especialmente importado que no pudo utilizar durante 13 años, por no cumplir con las regulaciones estadounidenses.
Esta afición por los coches rápidos le costó algún que otro disgusto en su juventud, como atestigua la famosa fotografía de 1977 en la que Gates posa sonriente para su ficha policial, tras haber sido detenido por una infracción de tráfico. Paul Allen tuvo que pagar la fianza en esa ocasión. Y es que por esas fechas ya era un viejo conocido de la policía de Albuquerque, donde le habían arrestado previamente al menos una vez por, se supone, exceso de velocidad y conducir sin licencia.
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